El ginseng (Panax ginseng) es originario de China, Indochina, Corea, Vietnam y Japón.
La parte utilizada medicinalmente es la raíz, existiendo comercialmente dos variedades: Una blanca (oficial en la Farmacopea Europea) y una rojiza (oficial para la Farmacopea Japonesa). Se diferencian en que la primera está desprovista de corteza mientras que la segunda la conserva.
Esta raíz rojiza es considerada de mejor calidad para ser aplicada medicinalmente, comercializándose como ginseng coreano rojo.
El nombre genérico Panax deriva del griego pan (todo) y axos (curación) que significa panacea, aludiendo a su capacidad para curar todos los males. En tanto ginseng deriva del chino rensheng = raíz con forma de hombre, de ahí se pensó que esta planta estaba predestinada a los seres humanos.
Las investigaciones antropológicas mencionan una antigüedad para el ginseng que ronda los tres millones de años. Durante más de 4,000 años los médicos orientales prescribían esta raíz como tónico y restaurador esencial del organismo.
Dentro de la filosofía china del arte de curar, la Farmacopea de Shen Nung relata que el ginseng tiene “poder reparador de las cinco vísceras que regulan el equilibrio entre el Yin y el Yang”, lo que en medicina occidental equivale a los cinco sistemas básicos del cuerpo humano (digestivo, respiratorio, neurológico, circulatorio y endócrino-hormonal).
Los emperadores chinos fueron los primeros en usar esta planta en la creencia que podían prolongar sus vidas, por ello llegó a pagarse su peso en oro y 250 veces su peso en plata.
La raíz del ginseng ha sido considerada desde mediados de la década de los 60 como una planta adaptógena. Este concepto implica que sus componentes activos no están destinados a combatir una enfermedad específi ca, sino que su empleo está dirigido a aumentar la capacidad de defensa de un organismo frente a agresores externos.
Esta particularidad no es exclusiva del ginseng, sino que también aparece en otras plantas como la Rhodiola, la Ashawagandha y la Schizandra, entre otras.
Las propiedades adaptogénicas del ginseng son llevadas a cabo por medio de un incremento en la performance física y mayor resistencia a las situaciones de estrés, aumentando la capacidad de trabajo en forma sostenida.
Además de esta propiedad adaptógena que aumenta la resistencia al estrés y mantiene los niveles de energía, el ginseng estimula la circulación cerebral, y, por ende, aumenta la capacidad cognitiva relacionada específi camente con la función de memoria y aprendizaje.
Esto es muy útil en personas con síntomas de envejecimiento y arteriosclerosis, ya que mejora el flujo sanguíneo cerebral y la actividad cognitiva. También se comprobó, a través de estudios en humanos, la disminución de los efectos depresivos en aquellos pacientes que estaban medicados con psicofármacos.
El ginsengposee múltiples propiedades, es una panacea. Aumenta la producción de energía, así como de las enzimas que depuran las sustancias tóxicas provenientes del metabolismo. Ayuda a manejar mejor el estrés, retarda el envejecimiento de los tejidos debido a su efecto antioxidante y favorece al sistema inmunológico.
Durante muchos años se ha postulado que la raíz de ginseng presenta propiedades afrodisíacas. En investigaciones realizadas se demostró un incremento en el número y movilidad de espermatozoides junto a un ascenso en los niveles de testosterona libre, así como un efecto beneficioso en pacientes con disfunción eréctil, acompañado de una mejoría objetiva en la libido.
En estudios sobre deportistas de élite, la administración de la raíz de ginseng demostró en el momento de mayor esfuerzo físico una menor cantidad de latidos cardiacos por minuto y una menor producción de ácido láctico comparado al grupo que no tomó el ginseng.
También se comprobó una menor sensación de fatiga y una disminución del tiempo de restauración de la hemoglobina, lo cual indica una menor deuda de oxígeno, y, por ende, una reducción en la formación de radicales libres.
El ginseng puede ser también un buen apoyo en personas con diabetes, resistencia a la insulina y obesidad. Los estudios realizados demuestran que el ginseng promueve la síntesis de insulina en las células B-pancreáticas.
Incluso algunos estudios sugieren que las necesidades diarias de insulina se ven moderadamente disminuidas en aquellos pacientes insulino-dependientes que toman ginseng.
El consumo de la raíz de ginseng tiene un efecto hipolipemiante (reduce los niveles de glucosa en sangre), a su vez disminuye la resistencia a la insulina en el organismo junto a descensos en los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre.
En cuanto al uso del ginseng para combatir el cáncer, se han hecho también varios estudios donde se ha demostrado que consumir la raíz de esta planta aminora en gran medida los síntomas posteriores a la quimioterapia como lo es la fatiga, astenia, náuseas, somnolencia, vómitos, ansiedad y difi cultad para respirar.
También se ha demostrado que los componentes activos del ginseng estimulan los procesos de apoptosis (muerte) celular en tumores.
Y, los estudios clínicos llevados a cabo en casi 5,000 pacientes oncológicos internados, demostraron una mayor actividad fagocitaria y una capacidad aumentada en la producción de anticuerpos en el grupo de pacientes tratados durante meses con el ginseng y tratamiento convencional, respecto al grupo control tratado únicamente con este último método.
Las tasas de mortalidad a un año se redujeron en un 36% respecto a los grupos control, ejerciendo sus mejores resultados en cánceres de ovarios, laringe, esófago, estómago y páncreas.
Por Fina Ferrara para el periódico El Horizonte.
https://www.elhorizonte.mx/autor/fina-ferrara
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